China parte II

 
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China Parte II

Por Virginia Ucar

 Un nuevo viernes de inspiracion en el blog, hoy seguimos el recorrido por la maravillosa China junto a Virginia, recorrido que comenzamos hace unos dias y que pueden disfrutar aqui ! ¿Vamos por la segunda parte?

Llegamos a la estación de tren de Xi’an a última hora de la tarde, horario en el cual suelen partir los trenes que hacen recorridos de no menos de seis horas. Los trenes de larga distancia son trenes dormitorio con vagones acondicionados para el sueño y con dos tipos de camas: cama dura y cama blanda. No hay diferencia entre una u otra, a excepción del precio, la cantidad de camas por vagón dormitorio y la experiencia cultural que se quiera elegir. En China, optimizar espacio, comida, tiempos y distancias, es una regla que no se discute y los trenes dormitorio no son la excepción. Cada vagón se encuentra dividido en aproximadamente diez bloques de seis camas cuchetas enfrentadas y distribuidas en tres niveles. Las sábanas y la funda de edredón se cambian para cada nuevo pasajero que se sube al gran gigante del sueño viajero.

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Partimos con destino Beijing. Decidimos hacer un stop en medio del trayecto para conocer Píngyáo: una antigua ciudad amurallada detenida en el tiempo y de las mejores conservadas del país.  

Subimos al vagón dormitorio e identifico mi cama: tercer nivel de cucheta, casi en las nubes. Primera regla: sacarse los zapatos. Desconfío de la aventura de más de 60 pasajeros sin zapatos, pero la pulcritud, orden y educación de la sociedad China es digna de envidiar.

Cinco minutos después, somos la atracción del vagón: los más chicos nos miran con vergüenza y nos sonríen, las madres también. Unas horas más tarde baja el sol y el vagón completo se prepara para cenar, ya que a las 22 hs todas las luces se apagan. Segunda regla: la comida. En China comer es cosa seria, se come a toda hora en compañía de la familia y en abundancia. Nuestra humilde sopa deshidratada (hasta con tenedor plegable) llama tanto la atención como nosotros, parece demasiado poco comparada con las bolsas de snacks, sopas y frutas que despliegan nuestros compañeros de dormitorio. Armamos el kit viajero de sopa y película, y al instante un público curioso se nos empieza a acercar. Optamos por una película para toda la familia, donde el idioma universal: la risa, hace de nuestra cena, una experiencia inolvidable. 

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Amanecemos en Píngyáo, una ciudad antigua que supo ser un próspero centro comercial durante la dinastía Qing (alrededor del 1600), donde lo mercaderes crearon los primeros bancos del país y la cual evitó las reformas urbanas comunistas conservándose desde entonces, como fuera concebida: rodeada de murallas intactas, plagada de templos, callejones, casas antiguas con patios centrales, y una comunidad que aún vive de sus mercados, los paseos en bicicleta y las charlas al sol entre vecinos.  

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Pingyáo

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Al día siguiente volvemos al tren para recorrer los últimos kilómetros que nos separan de la gigantesca Beijing, el corazón de la gran República de China. Empezamos a subir las interminables escaleras de la Gran Muralla mientras los pensamientos divagan entre la simetría gigantesca de la enorme plaza de Tiananmen y las innumerables y coloridas pagodas de la Ciudad Prohibida, o saltan sin orden desde los tranquilos callejones del barrio antiguo, al modernismo de la Villa Olímpica.

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Faltan miles de escalones para llegar, tantos como las interminables instantáneas capturadas a través de los miles de kilómetros de territorio chino recorrido: el río y los arrozales de Guilín, la modernidad de Shanghai, el consumismo de la intensa Hong Kong.

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Guilin

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Hong Kong

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Yangshuo

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Shangai

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El calor no da tregua mientras seguimos subiendo, para finalmente hacer cumbre en una de las torres de vigilancia de esta maravilla arquitectónica. Mientras recuperamos el aliento rodeados del más absoluto de los silencios, disfrutamos de la recompensa de un día de verano perfecto y una postal imborrable de este viaje inolvidable: mientras la Gran Muralla serpentea esquivando montañas, y se va haciendo cada vez más chiquita, hasta que desaparece allá lejos, dónde se esconde el sol, al final del horizonte.

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¿Te gustaría conocer China y vivir la experiencia de recorrerla?

 
 
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